Primas a las renovables, la cronología
En el año 2007, el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero aprobó el Real Decreto 661/2007, de 25 de mayo, que estableció un marco retributivo para favorecer la rentabilidad de las renovables e impulsar su expansión, las conocidas como primas a las renovables. El sector comenzó a regularse a finales de los años 90 y las primas se concibieron como un instrumento para “cubrir los costes que les permitan competir en nivel de igualdad con el resto de tecnologías del mercado ofreciendo una rentabilidad razonable” (Orden IET/1045/2014).
Las primas a las renovables del RD 661/2007 garantizaban, con ciertas condiciones, una rentabilidad en torno al 7%. Así, muchos inversores y empresas apostaron decididamente por las energías limpias. El Gobierno había lanzado esta norma con el objetivo de instalar 400MW para el 2010 (en un periodo de tres años), pero tres meses después de su publicación ya se había alcanzado el 85% de este objetivo, y en solo un año se sobrepasaron los 1.000 MW de nueva potencia renovable. En total, entre el 2007 y el 2012 se instalaron en España 19.000 MW de renovables, un éxito que situó al país como referente internacional en el sector.
El recorte de las primas a las renovables
Solo tres años después de haber aprobado el Real Decreto 661/2007, en el 2010, el Gobierno comenzó a aplicar recortes a las primas a las renovables. Las razones son complejas y tienen su explicación en el déficit del propio sector eléctrico español que, sumado a las consecuencias de la crisis financiera del 2008, empujaron al Ejecutivo a reducir el importe de estas retribuciones para compensar las pérdidas.
A partir de este momento, se aprobaron distintas reformas -como un impuesto a la generación de electricidad- y se anunció el fin de las compensaciones a las instalaciones de energía renovable posteriores a 2012. Estos recortes culminaron con la reforma del sector eléctrico del 2013, ejecutada por el Gobierno de Mariano Rajoy, que redujo hasta un 40% las primas a las renovables que seguían vigentes.
Hasta entonces, miles de inversores ya habían sufrido importantes pérdidas, pero esta reforma supuso la quiebra definitiva para cientos de empresas. El recorte de las primas a las renovables afectó a todo tipo de instalaciones; las eólicas y otras plantas, como las termosolares, lograron resistir el embate porque eran propiedad de multinacionales que contaban con los recursos necesarios. La quiebra afectó, sobre todo, a las instalaciones fotovoltaicas.

Debido a sus bajos costes, muchos pequeños empresarios invirtieron en energía fotovoltaica animados por la rentabilidad que garantizaba el Gobierno, y los bancos y entidades financieras concedieron créditos atendiendo a unas previsiones que, finalmente, no se cumplieron. Ante el recorte de las primas a las renovables, muchos no pudieron afrontar los pagos y se vieron atrapados en una espiral de ingresos, gastos y amortizaciones imposibles.
Este es el caso de César Vea, un actor español que se hizo popular en la serie Compañeros y que invirtió en renovables. Vea, arruinado, se ha convertido en una de las voces más representativas de este drama. Su ejemplo, al que podemos acercarnos a través de esta entrevista en La Vanguardia, nos ayuda a entender las dificultades e injusticias que sufrieron tantos pequeños empresarios atrapados por estos cambios, casi arbitrarios, en el BOE.
El Impuesto al Sol
El Real Decreto 900/2015, conocido popularmente como el Impuesto al Sol, fue una controvertida norma que afectó al suministro y producción de energía eléctrica con autoconsumos. Varias razones contribuyeron a su descrédito, por ejemplo, porque fue impulsado por el director de Prospectiva Regulatoria de Iberdrola, Gonzalo Sáenz de Miera, de modo que la iniciativa partía del seno de una gran compañía eléctrica (parte interesada).
Luego, el RD 900/2015 venía a duplicar los pagos por capacidad y también introducía un estricto régimen sancionador. Lo cierto es que, aunque polémica, esta norma tenía un propósito:
“El principal argumento que esgrimió el entonces ministro de Industria, Energía y Turismo José Manuel Soria para defender el Impuesto al sol, se sostenía sobre este razonamiento: es injusto que los usuarios de autoconsumos estén exentos de contribuir al mantenimiento del sistema y que sea el conjunto de consumidores los que deban sufragar estos costes. Al fin y al cabo, aunque los autoconsumos generen su propia energía, también necesitarán conectarse a la red cuando la instalación no rinda lo suficiente”, párrafo extraído del artículo que dedicamos a este tema en el blog de Fundeen.

Independientemente de que introducir un “peaje” a los autoconsumos para contribuir al mantenimiento del sistema fuese más o menos justo, este RD vino a certificar el hundimiento del sector. Precisamente afectó a los autoconsumos, ese mercado donde los pequeños empresarios de la fotovoltaica trataban de resistir tras los recortes a las primas a las renovables.
Primas a las renovables, ahora innecesarias
El fin de las primas a las renovables y el Impuesto al Sol tuvieron consecuencias nefastas para miles de empresarios e inversores. Sin embargo, el escenario actual es muy diferente al de entonces por un hecho incontrovertible: las renovables, especialmente la fotovoltaica, es hoy la forma de generación eléctrica más rentable del mundo.
Todos los esfuerzos realizados en el pasado para compensar los elevados costes de las tecnologías renovables permitieron su desarrollo técnico y, gracias a ello, ahora la relación coste/beneficios es la más interesante, sin depender ya de estímulos económicos (mal llamadas subvenciones) como las primas a las renovables.

Además, en un contexto donde la Unión Europea se ha propuesto reaccionar a la amenaza del cambio climático fijando ambiciosos objetivos de reducción de emisiones, las renovables se han situado como un valor sólido en el centro de la recuperación económica tras la pandemia. El sector, a pesar de todo, ha retomado su crecimiento con cifras récord.
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