La inversión a largo plazo
Una inversión a largo plazo es, en un sentido estricto, una inversión que se mantendrá en el tiempo por un periodo superior a un año. Este tipo de inversiones requieren exhaustivos análisis de riesgos porque se desarrollarán en un amplio horizonte temporal, y también cierta paciencia por parte del inversor. A cambio, ofrecerán rentabilidades interesantes y aportarán estabilidad a nuestro porfolio.
En nuestro artículo sobre qué es la economía real establecimos las diferencias entre esta y la economía financiera: mientras que el mundo de las finanzas se articula a través de bonos, acciones y otro tipo de productos que se caracterizan por su alta volatilidad y liquidez, los activos reales son más estables y predecibles en el tiempo, precisamente, porque se trata de una inversión a largo plazo.
Esto no significa que la bolsa, o cualquier otro producto financiero, no sea adecuada para la inversión a largo plazo. Es más, tiene características muy atractivas y muchos especialistas defienden este mercado como el más propicio: no hay un ticket mínimo, existe una gran oferta de inversión, es muy líquida y también, en líneas generales, rentable. Pero es importante tener en cuenta que su naturaleza es especulativa y muy volátil, no es extraño observar reacciones bruscas de este tipo de valores en cortos espacios de tiempo.
Sin valorar el turbulento y complejo escenario ocasionado por la Covid-19, la bolsa no siempre arroja resultados positivos: a finales de 2018, por ejemplo, las acciones mundiales sufrieron su peor caída trimestral en siete años. En concreto, la inversión en bolsa, según el MSCI World, cayó un 13,9% durante el último trimestre del año y arrojó resultados negativos. Las pérdidas cuantificadas en noviembre del 18 (-7,7%) supusieron el peor rendimiento bursátil registrado desde 1970.
Así, el inversor debe asumir la naturaleza volátil de la inversión en bolsa y analizar detenidamente todos los riesgos que implica. Otro tipo de productos financieros, como los Bonos del Estado, presentan niveles de riesgo mucho más contenidos y sí son una buena opción de inversión a largo plazo, pero su rentabilidad apenas alcanza el 1,4% a 30 años.

La inversión a largo plazo en activos reales
Las inversiones alternativas son oportunidades que ofrecen rentabilidades interesantes con diferentes niveles de riesgo, por lo que son muy valoradas por los inversores que buscan diversificar su porfolio, generar carteras diversificadas y evitar el riesgo de concentración. En esta categoría se encuadra la inversión en activos inmobiliarios, arte y antigüedades, metales y piedras preciosas, etc.
Los activos reales son bienes físicos y tangibles, es decir, tienen valor por sí mismos. Su valor fluctúa en el tiempo, pero son más estables que los activos financieros. En general, es más difícil imaginar un escenario de descalabro como los que se producen en la bolsa. Además, como se trata de una inversión a largo plazo, ante una crisis los gestores de estos activos suelen tener más margen para tomar medidas contingentes.
La inversión en energías renovables con Fundeen
Fundeen es una plataforma de crowdfunding que pone en contacto a una comunidad de inversores con promotores de proyectos de energías renovables. Después de realizar una serie de análisis previos (financieros, operativos, legales, administrativos…) y de comprobar que tanto el riesgo como la rentabilidad son interesantes para los usuarios, el proyecto se publica en la plataforma. Los inversores tendrán a su disposición toda la documentación, incluido el análisis de los riesgos, para decidir si invertir, o no, desde tan solo 500 euros.
No obstante, cuando un usuario decide invertir, en realidad está adquiriendo una participación en una sociedad que es dueña de una serie de activos reales (paneles solares y demás equipamiento). Estos activos producirán energía, que se venderá y reportará a los inversores un beneficio que suele estar en torno al 7% del capital invertido.

Siguiendo con el ejemplo anterior, mientras que el valor de las acciones es subjetivo, el valor de una inversión en economía real no lo es. En una hipotética situación límite, la sociedad que gestiona una instalación fotovoltaica podría deshacerse de todos sus activos y recuperar parte de la inversión realizada. Esto es así porque el valor de estas participaciones es, como decíamos, real y tangible.
La inversión en energías renovables es una inversión a largo plazo, los usuarios aceptan mantener su inversión en un horizonte que oscila entre los 15 y 30 años. Esto no quiere decir que sea imposible desinvertir durante ese plazo. Para ello cuentan con el marketplace, que es una herramienta de comunicación entre usuarios donde, quienes así lo deseen, puede poner a la venta sus participaciones en los proyectos a otros usuarios interesados en adquirirlas.
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En conclusión, cuando invertimos debemos asumir que se pueden dar distintas circunstancias que comprometan la rentabilidad de una inversión, e incluso conlleven la pérdida total o parcial del capital invertido. Pero la naturaleza de estos riesgos es diversa y compleja, por eso las mejores herramientas con las que cuenta un inversor son su conocimiento y su capacidad de análisis. En este sentido, ni la economía real ni la financiera están exentas de riesgo, aunque la primera es más favorable a la inversión a largo plazo.
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