Energías Renovables

La energía nuclear en España, ¿tiene futuro?

    El calendario del apagón de energía nuclear en España ya está cerrado desde el primer trimestre del 2019, fruto del acuerdo entre Iberdrola, Endesa y Naturgy con la ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera: la primera será Almaraz I en el 2027; le seguirán Almaraz II, Ascó I, Ascó II, Cofrentes y Vandellós II en el 2028, 2029, 2030, 2033 y 2034 respectivamente; la última en cerrar será la central de Trillo en el 2035. Salvo por Cofrentes, las nucleares españolas dejarán de funcionar por orden de antigüedad, completando su vida útil entre los 44 y los 45 años.

    La mina de uranio de Berkeley: en el punto de mira

    El Gobierno ha acordado una enmienda a la Ley de Cambio Climático que, aunque ambigua, tiene un propósito bastante concreto: impedir que la mina de uranio de Berkeley prospere.

    Esta decisión obedece, según las compañías involucradas, a criterios estrictamente técnicos, pero el abandono de la energía nuclear en España no es ninguna anomalía internacional, sino una tendencia. Austria, Alemania, Suecia, Italia… son algunos de los países de nuestro entorno que también se han propuesto cerrar las centrales nucleares. Es más, Italia sometió esta decisión a referéndum en el año 2011 y desde entonces ha desmantelado estas instalaciones en su territorio.

    Algún pro, muchos contras

    La energía nuclear es uno de los mayores prodigios del siglo XX. Proyectar un neutrón sobre el núcleo de un átomo de uranio para dividirlo y liberar energía (fisión) es una solución realmente sofisticada que le valió el Premio Nobel al alemán Otto Hahn, considerado como el padre de la química nuclear. Hahn, Lise Meitner y Fritz Strassmann descubrieron la fisión nuclear en 1938, aunque la primera reacción en cadera fue dirigida por Enrico Fermi en un laboratorio de Chicago cuatro años después. La primera central de este tipo entró en funcionamiento el 26 de junio de 1954 en la ciudad de Obninsk, cerca de Moscú.

    Lo cierto es que, a pesar de tratarse de un prodigio científico, la energía nuclear fue considerada peligrosa desde el primer momento. En 1945, dos bombas atómicas de fisión nuclear fueron arrojadas por los Estados Unidos sobre las ciudades de Hiroshima y Nagasaki, demostrando al mundo su potencial devastador. Tal era la consciencia del peligro, que en 1952 el presidente de Estados Unidos, Harry S. Truman, defendió el potencial de la energía solar frente a la nuclear, pero la carrera científica contra la Unión Soviética acabo convirtiendo esta tecnología en la punta de lanza de ambas potencias durante la Guerra Fría. La amenaza de un invierno nuclear permaneció en el subconsciente colectivo durante décadas.

    El declive de la energía nuclear en España
    Bomba nuclear de fusión testada en el atolón de Bikini, 1952.

    Al margen de las aplicaciones militares, las centrales nucleares han protagonizado siete accidentes a lo largo de la historia, siendo los últimos dos, Chernobyl (Ucrania, 1986) y Fukushima (Japón, 2011), los más graves. Fukushima es especialmente relevante, porque es el más reciente y el que ha motivado -entre otros factores- que países como Corea del Sur, Alemania o España se hayan propuesto poner fin a esta fuente de energía. Concretamente, Alemania cerró ocho reactores el año del accidente, en el 2011. Además, este tipo de instalaciones pueden ser objetivo de ataques o sabotajes y, teniendo en cuenta el grave daño que podría ocasionar, su vulnerabilidad ha contribuido a que la apuesta por la energía nuclear haya decaído en las últimas décadas.

    Las centrales térmicas de carbón de España se apagan

    Además de su gran potencial contaminante, la pobre rentabilidad del carbón y el encarecimiento de los precios de emisión de CO2 (de 5,8€ la tonelada en 2017 a 24,8€ tonelada en el 2019) ya avanzaba que el final de estas plantas no estaba lejos.

    La huella radioactiva de un desastre nuclear puede perdurar durante miles de años. La contaminación de los terrenos colindantes con materiales extraordinariamente nocivos es arrastrada por el viento y la lluvia, expandiendo el área afectada y envenenado acuíferos subterráneos y ríos. La vida en las proximidades de una planta accidentada absorbe la radiación a través del ambiente o de los alimentos, y sufrirá mutaciones y lesiones que incluso heredarán las generaciones futuras.

    Por otro lado, los residuos que generan las centrales nucleares también son especialmente peligrosos y complejos de gestionar. Son difíciles de transportar, tardan miles de años en degradarse y durante ese tiempo son muy radioactivos. La solución pasa por almacenarlos en cementerios nucleares, que son instalaciones diseñadas para encerrar los desechos para la posteridad. Sin embargo, no son populares, nadie los quiere cerca, y por eso los gobiernos tratan de desembarazarse de los residuos nucleares de distintas formas: enterrándolos, confinándolos en atolones remotos del Pacífico, pagando a determinados países para que se encarguen de ellos, etc.

    La energía nuclear en España y su futuro

    La energía nuclear en España y el respaldo al sistema eléctrico

    La energía nuclear no genera gases de efecto invernadero e incluso la huella indirecta (fruto de la construcción de las centrales) es menor que la de otras alternativas de generación renovable. Este es uno de los argumentos esgrimidos para defender el papel de las nucleares en la transición energética que afronta España, pero no el único.

    El MITECO anuncia 316 millones para las renovables

    Esta iniciativa, que pretende apoyar aquellos proyectos innovadores que impulsen la integración de energías renovables, se enmarca en los objetivos del PNIEC

    La apuesta de la Unión Europea es cristalina: las renovables son el futuro. No obstante, hasta que las tecnologías de almacenamiento no se desarrollen, la energía fotovoltaica y la eólica dependen de que haya recurso disponible. ¿Cómo pretende el MITECO garantizar la seguridad energética sin las aportaciones de la energía nuclear en España?

    La potencia retirada es compensada con la importante penetración que conocen las tecnologías de generación eléctrica renovable, en particular la solar y la eólica […]. España dispone de un parque de 26.612MW de centrales de gas de ciclo combinado que proporcionan, junto con el almacenamiento y gestión de la demanda, capacidad de respaldo a la hora de evolucionar hacia esa transición en el mix eléctrico”, recoge el PNIEC, que cuantifica en 3GW la generación nuclear española para el 2030.

    Planta nuclear de Cofrentes en España
    Planta nuclear de Cofrentes, en Valencia. | cc: El Periódico de la Energía

    Por último, el coste de construcción de una central nuclear es muy elevado. Aunque la energía eléctrica producida sí es competitiva, se requieren costosas inversiones periódicas para su mantenimiento. También desmantelar estas instalaciones supone desembolsos relevantes, de hecho, en la negociación entre las compañías eléctricas y el MITECO para acordar el calendario de cierres, jugó su papel la Empresa Nacional de Residuos Radioactivos (Enresa).

    En definitiva, en cualquier escenario la energía nuclear en España mantiene su apagón en el 2035.

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