Energías Renovables

Gas natural ¿renovable?

    En el año 2019, España fue el país de Europa que más energía fotovoltaica instaló. También se han cerrado siete centrales térmicas de carbón en los últimos meses y el MITECO ha propuesto un nuevo Real Decreto-ley para que las renovables sirvan como palanca de recuperación económica tras la pandemia. Ahora que extiende el consenso sobre la “recuperación verde” y sobre los perjuicios ambientales que suponen los combustibles fósiles, entra en escena el gas natural renovable. ¿Es realmente renovable o es una maniobra del sector gasista?

    ¿Qué es el gas natural renovable?

    La confusión sobre el gas natural renovable se debe, en parte, a que existen distintos tipos de gases. El gas natural -a secas- es un hidrocarburo que contiene metano y que se forma cuando ciertas capas de material biológico (plantas y animales) permanecen en condiciones anaeróbicas durante millones de años. Como el petróleo, se extrae de yacimientos subterráneos y es, a todas luces, una fuente de energía fósil y no renovable.

    Cuando se combustiona el gas natural, emite cierta cantidad de CO2 a la atmósfera, que es un gas de efecto invernadero que participa en el calentamiento global del planeta. Sin embargo, es mucho menos contaminante que otros combustibles fósiles y, sobre todo, que el carbón. En general, el impacto más significativo del gas natural no proviene de su combustión, sino de su extracción.

    El fracking, o fraccionamiento hidráulico, consiste en fisurar las rocas del suelo para que el gas fluya al exterior y se pueda extraer desde un pozo. Este método requiere utilizar componentes químicos contaminantes que luego se evaporan a la atmósfera, pero uno de los inconvenientes más relevantes del fracking es que contamina el agua subterránea y provoca grandes emisiones de CO2 y metano. Podemos resumir que el gas natural genera un impacto más nocivo durante su extracción que durante su combustión.

    ¿Qué es el gas natural renovable?
    El gas natural de origen fósil no es renovable y, además, genera un gran impacto medioambiental durante su extracción

    El gas naturas ofrece una combustión limpia: se produce óxido de nitrógeno, pero a niveles más bajos que la gasolina utilizada en los motores; y emite, aproximadamente, de un 50 a un 60% menos de CO2 que una planta térmica de carbón. Por otro lado, el gas natural renovable se obtiene de materias primas o fuentes renovables.

    Los tipos de gases

    Hay tres tipos de gases que se enmarcan en esta categoría:

    1. El biogás se obtiene por la biodegradación de la materia orgánica en ausencia de oxígeno (anaerobia). Los residuos orgánicos domésticos, los desechos de las depuradoras o de las explotaciones ganaderas son una fuente inagotable -de ahí lo de gas renovable- de materia orgánica con la que generar este gas. Es posible que en los próximos años se popularicen tecnologías que nos permitan generar energía con nuestros propios residuos.
    2. Gas de síntesis. En este caso, este gas natural renovable se obtiene a través de la gasificación térmica de residuos forestales o agrícolas.
    3. El hidrógeno, extraído principalmente del agua mediante electrólisis. Cada día gana más peso y tiene un gran potencial de futuro porque es uno de los elementos más abundantes en el planeta, aunque su obtención por el momento es compleja y costosa.
    Calcular huella de carbono
    Si bien es cierto que la actividad humana genera un impacto medioambiental, gran parte de las emisiones tienen su origen en el modelo energético actual basado en combustibles fósiles.

    En conclusión, el biogás, el biometano o cualquier fórmula de gas natural renovable supone una alternativa positiva al gas fósil. Aunque también emitan gases de efecto invernadero en su combustión (mucho menos que los derivados del petróleo), los gases renovables no requieren técnicas tan agresivas para el medioambiente como el fracking y, además, nos permiten obtener energía de nuestros deshechos. Deshechos que, en cualquier caso, también liberan metano y CO2 de forma natural al descomponerse.

    Fuente: theconversation.com

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